Es el medio espiritual a través del cual, inspirados por la gracia divina, podemos comunicarnos con Dios. Es un anhelo profundo, un deseo genuino y una necesidad inherente del espíritu, especialmente en momentos de prueba, cuando buscamos refugio y consuelo. Por medio de la oración, encontramos paz, adquirimos sabiduría, obtenemos salud, comprendemos lo profundo de los misterios divinos, iluminamos nuestra mente para dar buenos frutos en el pensamiento y fortalecemos el espíritu.
En la oración se establece una íntima unión entre Dios Creador, Dios Redentor y Dios Santificador con sus hijos. Es un vínculo sagrado que, durante ese tiempo especial de conexión, trasciende nuestras limitaciones humanas y se convierte en una comunión espiritual indestructible, una manifestación del amor perfecto entre el Espíritu Divino y el espíritu creado.
La oración también nos invita a ser instrumentos de bendición. A través de ella, podemos enviar pensamientos de luz, amor y paz a nuestros hermanos, a nuestros semejantes, y a todos aquellos que más lo necesitan, especialmente a quienes atraviesan momentos difíciles y no encuentran fuerzas para orar por sí mismos.
Recuerda que la oración no debe centrarse en nuestras propias necesidades, sino en el amor desinteresado hacia los demás. Dios nos enseña que quien se ocupa de lo que es suyo, siempre encontrará en Él un fiel guardián que vela amorosamente por cada uno de nosotros: “Quien se ocupe de lo mío, siempre me tendrá velando por él”.
Señor Dios del universo dichoso quien en ti confía (salmo 84, 13)
Del Manual de oración “Un Encuentro Personal con Dios» (Diana Giraldo H.)