Padre bueno, misericordioso y eterno: Al llegar la noche y prepararme para el descanso de este día, no quiero hacerlo sin antes dirigirme a Ti para decirte: perdón por cada uno de mis pensamientos desagradables, por mis actos y comportamientos cometidos en este día. Perdón por aquello que, a través de mis sentidos, sentimientos y emociones, te haya ofendido, y por haber ofendido tu Divina Presencia en mi vida, en mi ser y en mi voluntad. Perdón por ignorar la entrega de tu Divino Hijo Jesús, que fue por mi salvación y redención, y por no comprender la inspiración que tu Santo Espíritu me ofreció para abandonar esos actos reprochables.
Perdón también por los momentos en que ignoré que me habías dado un compañero fiel, un ángel custodio, para que me cuidara, me protegiera y me guardara en cada instante del día y de mi vida. Hoy reconozco que también a él lo ofendí con mi comportamiento, aun sabiendo que contempla tu rostro constantemente.
Gracias por este día que ha pasado, por cada persona, acción y situación que permitiste en mi camino. Gracias por el techo que me cobija, el alimento, el vestido, el trabajo y todos los innumerables detalles que dispusiste para mi bien. Padre bondadoso y eterno, gracias por todo lo que me diste para disfrutar este día. También te doy gracias por cada uno de mis seres queridos, por mis vecinos, amigos, compañeros de comunidad, estudio y trabajo, y por mis hermanos.
En esta noche, mientras me dispongo a descansar, pienso en aquellos que están en sus hogares ocupados y preocupados por las responsabilidades de la familia, el trabajo o las cosas del mundo, que quizá no han encontrado el momento de dirigirse a Ti. Te pido que los bendigas, los guardes y los ayudes.
Gracias, Padre bueno, por quienes esta noche cuidan de mi hogar, mi barrio, mi ciudad y mi país.
Gracias por esta noche que llega. Te pido que mi cuerpo descanse, pero que, por tu bondad, amor y misericordia, permitas que mi espíritu se postre en adoración y alabanza ante el sagrario más cercano y solitario, dando gloria durante toda la noche al Rey de Reyes, Señor de Señores: a Ti, mi Dios creador.
En el nombre de tu Divino Hijo Jesús, descansaré tranquilo. Gloria al Padre creador, gloria al Hijo redentor y gloria al Espíritu Santo santificador.
A ti, Madre y Maestra, te doy gracias porque siempre has estado a mi lado, cuidándome como a tu mayor tesoro.
Amén.
Manual de oración “Un Encuentro Personal con Dios» (Diana Giraldo.) Imagen IA