CONSAGRACIÓN MARIANA:
Consagrarse es entrar en alianza, comunión profunda de corazón con el Corazón Inmaculado para así ser llevados a alcanzar una plena comunión de corazón con el Corazón de Cristo. “Debemos permanecer en alianza con el Corazón de Jesús a través del Corazón Inmaculado de María”. Se dedicó a llevar a toda la Iglesia hacia una profunda unión espiritual con Cristo a través de María, por medio de la Consagración Total. Se ha dedicado a despertar en toda la Iglesia, el amor, y devoción filial a la Santísima Virgen.
Juan Pablo II hizo de la consagración mariana un punto clave en su vida personal y en su misión petrina. Un famoso mariólogo, Stephano D’Fiores: «Si los últimos Papas han hablado favorablemente sobre la Consagración Mariana, Juan Pablo II la ha hecho una de las características claves de su Pontificado. Para Juan Pablo II, la consagración Mariana, es un punto elemental en su programa de vida espiritual y pastoral».
Su profunda piedad mariana, teológicamente enriquecida, llevó a Juan Pablo II, hacia una espiritualidad de profunda confianza. Es este sentido de confianza lo que llevó al Santo Padre a pronunciar estas palabras en Czestochowa en 1979, en el monasterio de Jasna Gora, durante su primera peregrinación a Polonia: “Soy un hombre de una gran confianza, aquí aprendí a serlo. Aprendí a ser un hombre de profunda confianza aquí, en oración y meditación frente al gran ícono de María, la primera discípula: Hágase en mí según tu Palabra”.
Al descubrir que Cristo mismo lo ha confiado al cuidado materno de María, comprende que a tal amor materno solo puede responder con la entrega total y generosa de sí, al Corazón de la Madre. «Y ya que María fue dada como Madre personalmente a él, el discípulo responde con «la entrega». La entrega es la respuesta al amor de una persona, y, en concreto al amor de la madre. Entregándose filialmente a María, el cristiano, como el apóstol Juan, introduce a María en todo el espacio de su vida interior, es decir, en su yo humano y cristiano»
PARA JUAN PABLO II, LA CONSAGRACIÓN ES CRUCIAL PARA MANIFESTAR EL PODER DE MARÍA PARA INTERVENIR EN LA HISTORIA HUMANA.
Quizás podríamos encontrar la explicación en el retiro que él dio al Papa Pablo VI y los miembros de la Curia en 1976: «la experiencia de los fieles ve a la Madre de Dios como a la que está, de manera especial unida a la Iglesia en los momentos mas difíciles de su historia, cuando los ataques hacia ella se hacen cada vez mas amenazadores. Esto está en plena concordancia con las visión de la mujer revelada en Génesis y en el Apocalipsis. Precisamente en los periodos en que Cristo, y por lo tanto su Iglesia, son el signo de implacable contradicción, María aparece particularmente cercana a la Iglesia, porque la Iglesia será siempre el Cuerpo místico de Su Hijo…. En estos periodos de la historia, surge la particular necesidad de confiarse, consagrarse a María. Dios Padre confíó a su único Hijo a la humanidad. La criatura humana a quien Él le confíó primero a su hijo, fue María. Y hasta el fin de los tiempos ella permanecerá como a la que Dios confía su misterio de Salvación».
Para él, la consagración es vista desde el punto de vista de intervención maternal de María en la historia (especialmente en las luchas entre el bien y el mal en cada momento histórico)de cada individuo y en la historia de las naciones, y del mundo entero. El tuvo una visión clara sobre el momento histórico que atravesábamos: confiar en particular la vida de la Iglesia a la Santísima Virgen. Ella “la mujer del proto-evangelio” y la “mujer vestida del sol”, esta envuelta por designio de Dios en todas las luchas de la Iglesia en contra de los poderes de la oscuridad. “María, Madre del Verbo encarnado, esta situada en el centro mismo de aquella enemistad, de aquella lucha que acompaña la historia de la humanidad en la tierra y la historia misma de la salvación”. (Redemptoris Matter, #11)